Rosa Martínez, 2007

Tras su participación en la Bienal de Venecia de 2005 y sus recientes proyectos en Rotterdam, Budapest o los Emiratos Árabes Unidos, Maider López se está convirtiendo en una de las figuras más prominentes del arte vasco contemporáneo en la escena internacional. Es un lugar común en su biografía crítica asociar su trabajo con la tradición posminimalista, remitiendo a su eficaz traspaso del famoso “ni pintura ni escultura” “neither painting nor sculpture” que Donald Judd usara para definir el mejor arte nuevo. Su licenciatura en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco en 1998, y un máster del Chelsea Collage of Art and Design de Londres en 1999, se conjuntaron con una larga y continuada relación con Arteleku, San Sebastián, para sustentar conceptual y lingüísticamente su posición creativa. Aunque partió de una formación fundamentalmente pictórica, en la última década ha desarrollado un multiforme campo de intervenciones artísticas que cuestionan la hegemonía separada de las disciplinas clásicas y amplían sus campos de acción al espacio social.

Maider López tiene dos líneas de trabajo complementarias y claramente diferenciadas. la primera se basa en la transformación espacial y visual de los lugares arquitectónicos en los que es invitada a intervenir, modificando sus estructuras o su decoración para generar nuevas y sutiles percepciones del lugar. Así, la artista ha realizado intervenciones en las que la transformación “disimulada” de la geometría espacial de una galería o un edificio se convierten en la obra misma. Ya sea mediante la modificación de paredes, suelos o ventanas; mediante la creación de mobiliario de interior o urbano; o incluso mediante la modificación global de una construcción arquitectónica, la artista pone nuevos acentos en la iconografía y la sintaxis del lugar. Son ejemplo de ello la obra Toldos, consistente en la colocación de unos toldos en los balcones de la Casa Encendida de Madrid, 2003, y Suelo en el Pabellón de Italia de la Bienal de Venecia de 2005 que, en forma de tarimas de madera con junturas multicolores, se integraba en la arquitectura existente a la vez que la renovaba funcional y estéticamente. En Guggenheim, convirtió una de las salas “clásicas” del tercer piso del Museo Guggenheim Bilbao en una sala al “estilo Frank Gehry”. La planta cuadrangular de la sala 306 fue transformada en una planta orgánica en forma de pétalo mediante la curvatura de las paredes, mientras el cubo central fue revestido para convertirse en una columna curva que se adelgazaba a la vez que se elevaba para introducirse en el lucernario. Usando la retórica visual asociada a Gehry, Maider López cuestionaba el concepto de autoría y se convertía en camaleónica e irónica “imitadora” del arquitecto. El camuflaje, el disfraz, el ser y el parecer la conectan con las múltiples estrategias del simulacro, como dice el crítico de arte Sergio Rubira (2).

La segunda línea de trabajo es de carácter más relacional,y utiliza la actuación orquestada de ciudadanos para crear divertidas y significativas “coreografías” que conforman conjuntos escultórico-pictórico-performativos y generan una experiencia coral de la obra. Aquí, los protagonistas son ciudadanos que interaccionan voluntaria o involuntariamente con el paisaje urbano o rural. Mediante convocatorias divulgadas en la prensa o distribuidas por carta, las situaciones aparentemente más absurdas son impulsadas por una lógica subjetiva y llena de humor que establece nuevos juegos visuales con el contexto, a la vez que desvela las potencialidades lúdicas y críticas de la participación colectiva. En Ataskoa, 2005, cientos de automovilistas fueron convocados a crear un monumental atasco en el monte Aralar de Navarra. “¿Para qué llevar este hecho contemporáneo de la vida de ciudad a un entorno en el que no acontecen atascos? Es crear un acto estúpido, una espera a Godot, inocencia provocada”, dice la artista(3). En Playa, 2006, la aparente normalidad veraniega de una playa se veía progresivamente interrumpida por el hecho de que todos los bañistas llevaran toallas rojas, que al extenderse sobre la arena la convertían en un damero casi abstracto. La artista fija estas escenas en series fotográficas, libros editados, vídeos, instalaciones, e incluso objetos de consumo como camisetas y pósters. Playa, por ejemplo, fue realizada en Zumaia en agosto del 2005 y la serie de fotografías y el libro que la documenta fueron editados en 2006.

2007 ha sido un año especialmente prolífico en la ampliación y consolidación de las líneas creativas de Maider López, como muestran obras como Crossing, Dunafelfedés, Football Field o AdosAdos, realizadas en Rotterdam, Budapest, Sharjah y Bilbao respectivamente. En Crossing, una serie de 92 instantáneas fotográficas documenta la ironía del azar urbano por el que hace coincidir, casualmente, la indumentaria de un ciudadano con el color del edificio por el que pasa. Los encuentros entre caminantes y arquitectura no son programados, y la disolución de forma y color que se opera entre ellos, además de ser sorprendente e hilarante, alude a una hipotética identificación entre el signo móvil y el contexto.

Esta identificación y disolución del sujeto con la ciudad está también presente en Dunafelfedés. DunaDiscover una masiva acción realizada sobre el Puente de las Cadenas en Budapest. Cientos de participantes fueron convocados para que, situados a un metro de distancia entre ellos, abrieran simultáneamente paraguas de color verde oscuro que se mimetizaban con el color del agua del Danubio. Desde la perspectiva aérea, el puente “desaparecía”, unificando a los ciudadanos con el agua, en un ejercicio de concienciación sobre la importancia de esta fuente hidrológica en la vida metropolitana.

En Football Field, realizado en la Plaza del Museo de Arte de Sharjah, en los Emiratos Árabes, la geometría perfecta de un campo de fútbol fue pintada mediante líneas rojas sobre el pavimento de la plaza. El mobiliario urbano preexistente —farolas, bancos, etc.— permanecía en medio del campo e “interfería” entre las dos porterías reglamentarias. Superponiendo y acentuando el uso lúdico sobre la estructura multifuncional de la plaza se creaban nuevas interacciones en las formas de convivencia. El sociólogo y filósofo Henri Lefebvre dice que el espacio social se produce no solo cuando se piensa y se impone desde el poder, sino cuando es usado por los ciudadanos, y, sobre todo, cuando es reinventado física y simbólicamente por ellos (4). Está claro pues que las propuestas artísticas pueden contribuir al cuestionamiento estético del paisaje urbano y a la reinvención del concepto de ciudadanía. En diferentes grados y desde diferentes perspectivas así lo han hecho artistas como Krzysztof Wodiczko o Franz Erhard Walther por citar sólo algunos con los que el trabajo de Maider López podría conectarse históricamente.

La serie de fotografías AdosAdos, 2007, documenta una acción especialmente pensada para el colectivo de Amigos del Museo Guggenheim Bilbao con motivo del décimo aniversario de la institución, en octubre de 2007. a convocatoria invitaba a los participantes a ampliar el Museo, creando una nueva sala visible desde el exterior del edificio. La misión de los entregados constructores era cargar nuevas placas de “titanio”, es decir, de piezas que simulan el titanio, del mismo formato y color que las del Museo, y reordenarlas según el esquema espacial y logístico pensado por la artista. Transportando estas placas simuladas, se configuró “una arquitectura móvil, inexistente hasta que llegan los Amigos, creando un muro fugaz, ya que, por unos minutos, se crea un espacio que desaparece cuando se vuelven a mover de sus posiciones”, dice la artista(5). La asociación visual con los batallones de guerra que juntando sus escudos construían arquitecturas defensivas, o con los mosaicos-tifo en los campos de fútbol —en los que cada persona, levantando un papel de color, crea una imagen unitaria—, toman un nuevo sentido cuando se evidencia la significación específica de los ciudadanos que apoyan a un museo para dotarlo de contenido cívico y social, y para construirlo no sólo arquitectónica sino, sobre todo, simbólicamente.

Como sintetiza el artista y teórico Jaime Iregui(4), Lefebvre diferencia tres modos básicos e interrelacionados de producción del espacio social: el espacio concebido por el Estado y diseñado por los urbanistas; el espacio vivido por sus habitantes a través de símbolos, imágenes e intercambios; y el espacio practicado por los ciudadanos en sus rutas y redes cotidianas(5). La obra de Maider López se sitúa en relación a las dos últimas modalidades, pues la artista parte de diseños espaciales preexistentes y utiliza escenarios donde el ciudadano representa su papel rutinario, a veces sólo circunscrito al tránsito determinado y rápido entre los lugares de trabajo, habitación o recreo, y generalmente dirigido al consumo de las significaciones programadas y vehiculadas por las instituciones. Concibiendo el espacio público como soporte modificable visual, dinámica y simbólicamente, Maider López juega con sus aspectos formales a la vez que potencia sus funciones de encuentro y socialización, alejándolo de los movimientos disciplinarios y de los flujos de producción habituales. Su trabajo interrumpe las rutinas, sacude las representaciones e interpretaciones institucionalizadas, y se convierte en plataforma de celebración colectiva. Es, por todo ello, una eficaz forma de exploración estética, cultural y política que indica, regocijadamente, que hay otras formas posibles de convivencia en las que el humor puede y debe ser parte fundamental.

 

NOTAS

(1) Donald Judd, TK. Specific Objects (Objetos específicos), 1965, originally published in  Arts Yearbook, Cit por David Batchelor en Minimalismo, Encuentro Ediciones, col. Tate Gallery, Madrid, 1999, p. 16.
(2) Rubira, Sergio. “¿En qué se diferencia el camuflaje del disfraz?”, en Maider López, ed. Maider López, 2005, con la colaboración de la Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco y Galería Distrito Cu4tro. LUGAR?
(3) López, Maider. Maider López, ibid.
(4) Lefebvre, Henri. La production de l´espace, Anthropos,  París, 1996.
(5) Iregui, Jaime. “Los espacios del espacio público”, Dossier Zehar 82/83, Arteleku, Donostia-San Sebastián, 2005.

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