Miren Eraso, 2003

15-1-2002

Querida Maider:

Han pasado unos años desde que nos conocimos y ya no recuerdo cómo fue. Es curioso, algunos encuentros los asociamos a lugares o a acontecimientos, y otros, en cambio, a una sucesión de espacios, tiempos, sentimientos y conversaciones. Estos últimos son los verdaderamente interesantes.  Supongo que nos conoceríamos en Arteleku. Sí, ahora lo recuerdo, tú participabas en el taller de pintura que coordinaba Darío Urzay. Era el verano de 1998. Yo llegué de vacaciones a primeros de septiembre, y fui conociendo poco a poco a los participantes del taller, pero en realidad me relacioné con ellos, de una manera más estrecha, a finales de mes. Te marchaste a Londres antes de que acabara el curso.

Lo que sí recuerdo es tu espacio, que estaba conformado como una exposición. Unas grandes masas de colores sólidos y complementarios, verde, rojo, azul y amarillo, invadían tu estudio. En una conversación que mantuve aquel verano con Darío, le comenté la inquietud que me produjo la cámara fotográfica montada sobre un trípode, con el objetivo dirigido hacia el espectador de uno de sus primeros cuadros. Ahora, con una mirada más retrospectiva, reconozco en éste los temas sobre los que ha venido trabajando: la luz, la mirada del espectador, el “medio artístico”. De repente, esta cadena de recuerdos me lleva hasta la Tate Gallery de Londres, donde hace ya 12 años, me sumergí, solitaria, en la sala-capilla dedicada a Rothko, en la que pasé mucho tiempo… Es curioso cómo vamos conformando las relaciones con las  personas y las cosas, y cómo la vida se va trazando gracias a estas casualidades y elecciones.

Pero volvamos a la superficie. Tus cuadros inspiraban vitalidad y, ahora veo, que pedían desbordarse. Años más tarde, después de que hubieses asistido al Chelsea School of Art and Design, volvimos a coincidir, pero esta vez fue en el comedor. Tus amigos ingleses y tu vida en Londres empezaron a aparecer en las comidas y en tus obras. Los cuadros desaparecieron de tu estudio. El color se desmaterializó, perdió superficie, se volatilizó. James Turrel se colocó en forma de póster en tu estudio. Y empezaste a exponer.

 

30-3-2002

Acabas de presentar en Arco, en la Galería DV, una mesa con cuatro sillas. Has diseñado esta obra para que sea utilizada como mesa de trabajo y recepción durante la feria. Cada vez sois más los artistas que trabajáis entre el arte, el diseño y la arquitectura; entre lo funcional y lo estético; en ese espacio intermedio entre lo útil y lo inútil. Ese espacio-frontera en el que se sitúa nuestro presente. Tus taburetes son placas de plexiglás superpuestas, pero bien podrían ser tablas coloreadas, apiladas unas encima de otras. El reciclaje, signo de una sociedad consumista equilibrada, también es parte de tu manera de trabajar, pero tu trabajo no consiste en reciclar objetos o materiales —aunque a veces también lo hagas—, sino en reutilizar ideas para darles otro significado. Se parecería, de alguna manera, a la propuesta de trabajo del grupo holandés Droog design, que reutiliza objetos para dotarles, una vez procesados, de una nueva función.

Todavía recuerdo el día que vimos en una revista las imágenes de la biblioteca que Jorge Pardo diseñó para el DIA Art Foundation. Me hubiese gustado ver la instalación, y pasar largas horas allí sentada, leyendo y mirando.

 

26-7-2002

Me pregunto cómo te habrá ido en Lleida y cómo habrá funcionado Iconos en el paisaje. Esta obra que juega con el volumen de la pared e interviene con color en los vanos, esta pieza que necesita de nuestro movimiento para existir. Tu obra tiene relación con lo cinético, en el sentido en que lo expresa Guy Brett, con el aspecto visual de nuestra naturaleza.

Ayer soñé que mi tía me cogía medidas, como cuando era pequeña,  para hacerme un vestido para el próximo verano. De repente aparecieron tus habitaciones dimensionadas en cifras (146×477, 146×329, 330×155, 351×630), diseñadas y  mesuradas en colores. Era tu proyecto para Domésticos. En las antiguas bases de los concursos, las que respondían a las divisiones en disciplinas, se detallaban las medidas máximas de las obras. Y al ver estas paredes, superficies, bañeras y toallas medidas, no he podido dejar de pensar en los viejos concursos. Tus cifras hablan de ese pasado tuyo de pintora, pero también de la escultura expandida. Tus obras, de momento, no tienen más límites que los que te impone el espacio en el que te invitan a exponer.

Esas baldosas del pasillo, que mantienen las dimensiones de las viejas baldosas rojas, pero que tienen brillo y color, inician el recorrido de la reconstrucción de la casa/escuela. Utilizas la memoria geométrica del espacio para reinterpretarlo. Te apropias de las dimensiones y magnitudes del lugar para representarlo y reconstruirlo. El diseño interior entra en escena. Cada vez estás más cerca de lo real.

 

7-9-2002

Muchas veces te he comentado lo difícil que me parece ser artista: tienes que crear e idear al tiempo que negocias con el contexto, con la institución artística, con tu microeconomía… A veces pienso: ¿por qué habrás elegido ser artista? Otras, en cambio, me das envidia. Se trata de una especie de suma de vitalidad y creatividad, y de resta de cuestionamiento y duda.

Hoy he estado mirando el libro de Bruce Mau Life Style y he encontrado una imagen de Robin Collyer, que habla del grado de ocupación de los textos comerciales en nuestro entorno (la puedes encontrar en http://ccca.webfarm.com/ccca/English/artist_work.html?link_id=187&artist=Col&startRec=109). La foto me ha recordado al trabajo que has realizado con las señales de tráfico. En la obra de Collyer la publicidad comercial enmudece, pero le delata el color naranja que el artista imprime a su ausencia; tu obra, en cambio, se suma a este caos de signos propio de la ciudad contemporánea. En el código de circulación no existen el naranja, el amarillo ni el verde como colores, y tú has colocado éstos en las señales de tráfico que has dispuesto en los bordes de la carretera, donde habitualmente suelen estar. Les has alterado el código y como consecuencia has variado su significado. La alteración amplía su ambigüedad, pero contienen un secreto que el viandante desconoce, y que sólo se desvela cuando visitas la sala de exposiciones donde exhibes la “otra” parte del proyecto.

 

Miren Eraso

 

 

 

 

 

 

 

 

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